PREGUNTAS FRECUENTES DE LOS PADRES

  • ¿Qué significa ser firme y amoroso al mismo tiempo?

    La crianza positiva y amorosa tiene unas bases fuertes y unos valores claros. Los padres y cuidadores saben lo que quieren para el futuro de sus hijos, y esto lo defienden y practican de una manera firme y no negociable. Sin embargo, la forma como enseñan estos valores y hacen respetar las normas y los límites se hace de manera amable y amorosa con los hijos, porque entienden que el ejemplo es la herramienta más poderosa de la crianza. Por esto decimos que la crianza positiva tiene una BASE FIRME y una FORMA AMABLE Y AMOROSA.

  • ¿La crianza positiva significa que mi hijo puede hacer lo que quiera?

    La crianza positiva tiene en cuenta los descubrimientos de la neurociencia, donde los mensajes positivos, la persuasión y el liderazgo son mucho más importantes que la imposición, la fuerza y la dominancia. En la crianza positiva no se busca la sumisión, ni doblegar a los menores, pero tampoco se desea que los hijos hagan lo que quieran porque es quitarles el derecho a recibir educación, a ser enseñados y guiados para el desarrollo de sus habilidades para la vida. La sobreprotección y la permisividad no preparan a los hijos para la vida. Por esto queremos que los padres cumplan con su papel de guías, de líderes y de educadores, sin autoritarismo ni imposición y sin permisividad ni sobreprotección

  • ¿Cuándo y cómo debo ayudarle al control de esfínteres?

    El control de esfínteres depende de factores de maduración física y factores ambientales:

    • Maduración física: solo cuando hay cierta madurez del esfínter (músculo interno que controla algunos canales del cuerpo) que permita retener la orina y las heces, el niño o niña podrá controlar estas necesidades. Si el proceso se comienza muy temprano y todavía hay inmadurez muscular, se puede volver traumático y antinatural, con lo que puede traer otro tipo de dificultades emocionales y relacionales con sus padres y cuidadores. La maduración física se da entre los 2 y tres años y medio, y en cada niño o niña puede ser diferente. Los niños y niñas irán mostrando que están listos cuando pasan mucho tiempo secos y cuando se interesan por el tema.
    • Factores ambientales: como todas las habilidades, hay que estimular la ida al baño de una manera positiva y alegre. Podemos mostrarles que los adultos vamos al baño para hacer nuestras necesidades, podemos hacer canciones, recordarles e invitarlos, sin presión, ni humillación. Un manejo positivo y amable del tema es clave para lograrlo. No se necesitan premios, castigos, ni caritas felices para enseñar habilidades donde la naturaleza marca su ritmo. Hay cambios y transiciones ambientales que pueden retrasar este proceso, pero en ningún caso es conveniente presionar o humillar a los niños y las niñas por tomarse más tiempo. Una vez que se relaje y que la niña o niño está listo, el proceso se hará en muy corto tiempo.
  • Mi hijo no quiere ir al preescolar, ¿qué debo hacer?

    Antes de los dos años es muy probable que para los niños y niñas sea muy difícil desprenderse de sus madres o cuidadores, y es normal que no quieran hacerlo. Luego de esta edad, seguramente disfrutará de encontrarse con otros niños y niñas para jugar. Sin embargo, puede haber distintas situaciones que compliquen este proceso.

    • Ingreso antes de los dos años: si usted trabaja y tiene que llevar a su hija o hijo a algún lugar, es importante que familiarice al pequeño con este espacio en su compañía, también le recomiendo que busque a un adulto cariñoso para contarle sobre las necesidades particulares de su hijo o hija y pueda entenderlo en momentos críticos. Si el espacio es conocido y tiene una cara amable a quien pueda acudir, el desprendimiento será mucho más fácil.
    • La madre o cuidador sufre también: hay muchas madres o cuidadores que ven la llevada de sus hijos o hijas a un preescolar como un tema obligatorio y desgarrador. Los niños y las niñas son muy sensibles a los estados emocionales de sus madres y es posible que perciban esta ansiedad y miedo al llegar al preescolar. Por esto le recomiendo que conozca el lugar y la gente que esté allí, para que se sienta más tranquila y no le transmita toda la angustia a los pequeños.
    • Al principio estaba feliz, pero ya no quiere ir: si la niña o niño tuvo un fácil desprendimiento inicial y de repente se muestra reacio a asistir, hay que revisar lo que pasó. Hable con las profesoras, póngalo a dibujar el preescolar para que obtenga información y pueda enfrentar el problema desde su causa. De nada sirve obligarlo o castigarlo por no querer ir, pues tal vez haya tenido una situación que le haya causado mucha ansiedad y no se sienta seguro en este espacio. Para un buen desarrollo, los niños y las niñas necesitan un ambiente seguro y protector, de lo contrario evitará cualquier situación que resulte amenazante. Una vez que descubra la causa y usted también esté segura de que su hija o hijo estará bien, puede volverlo a acompañar a ese espacio hasta que vuelva a sentir confianza. Si la situación no se resuelve pasados los meses o las personas del preescolar no se muestran colaboradoras, es mejor buscar otra institución, que someter a su hija o hijo a un gran estrés permanente, lo que seguramente afectará su motivación escolar a futuro y sus procesos de aprendizaje.
    • No quiere hacer las tareas: sobre los padres y cuidadores hay mucha presión para que los hijos y las hijas terminen los deberes del colegio en la casa, y esta presión acaba convirtiéndose en un motivo de pelea familiar y desmotivación escolar. Revise la dificultad, que puede estar en un problema base de aprendizaje o en un tema motivacional. En cualquiera de los dos casos no sirve de nada presionar, sino buscar soluciones conjuntamente. Y siempre tenga en cuenta que la relación con su hijo o hija es lo más importante.
  • ¿Qué hago cuando mis hijos se pelean?

    Una de las quejas más frecuentes es la pelea entre hermanos. Las sugerencias son:

    • No intervenga rápidamente y de tiempo para que encuentren soluciones a sus dificultades. Muchas de las peleas entre hermanos se resuelven cuando no hay un adulto interviniendo. El problema de intervenir muy rápido es que termina tomando partido por una de las partes y dividiendo a sus hijos en víctima y victimario. Normalmente no tenemos la película completa, podemos ser injustos y generar más rivalidad, con lo que el problema se tapa, se aplaza y a la larga se aumenta.
    • Si debe intervenir, actúe de forma neutral y quite el objeto en disputa para que encuentren una solución conjunta (ninguno juega con el juguete o ninguno ve tv mientras no encuentren una solución). Anímelos a buscar soluciones con frases como: ¿cómo piensan ponerse de acuerdo?
    • Si siente que uno de los hijos es mucho más débil, intervenga como mediador, no como rescatador o juez. Es decir, sepárelos y anime al débil a decir lo que siente y lo que quiere, y no lo haga por él o ella. De esta forma le ayuda a desarrollar habilidades de comunicación y a sentar su punto de vista. Siempre anímelos a buscar soluciones conjuntas.
  • ¿Cómo manejo las pataletas o berrinches?

    Las pataletas son una forma inmadura de expresar las emociones y los deseos, y su intervención depende de la causa, que pueden ser varias:

    • No sabe expresar sus deseos de otra forma: siempre hay que invitar a los niños y niñas a expresar sus deseos y necesidades de formas adecuadas. Es decir, en lugar de pedirle que no grite, decirle que gritando no le puedes entender bien y que te gustaría que te dijera lo que quiere hablando.
    • Solo consigue lo que quiere cuando hace pataletas: hay que revisar que el niño o niña tengan suficiente atención y no dependan de conductas difíciles para tener la atención de sus padres. Muchas veces respondemos a la pataleta y no a las conductas positivas, por eso hay que reconocer y responder cuando pide las cosas de una manera adecuada. Enseñar, practicar y dar atención positiva es la clave. Para los niños y las niñas, la atención de sus padres es vital y se busca “por las buenas o por las malas”, ¿cuándo obtiene más tu atención?
    • Tiene necesidades básicas insatisfechas: sueño, cansancio, hambre, etc. Para los niños y niñas en primera infancia las necesidades básicas se sienten como un tema de vida o muerte y hay que satisfacerlas cuanto antes. Si no puede hacerlo en el momento, muestre que lo entiende y que buscará la forma de hacerlo en cuanto pueda. Validar lo que sienten y prometerles una solución puede hacer que se calmen y contengan un poco la frustración. Por ejemplo: “se que tienes hambre y cansancio, pero aún nos falta un poco más para llegar y no puedo ayudarte ya. Cuando lleguemos te voy a dar un pan dulce con leche delicioso. Ven y te doy un abrazo ahora”.
  • ¿Qué hago si mi esposo no me ayuda?

    En muchos casos, ambos padres u otros cuidadores que apoyan la crianza no se ponen de acuerdo y esto se presta para muchos problemas familiares. Para un niño o niña es mucho más importante estar en un ambiente familiar tranquilo, a que los adultos estén peleándose y haciéndose reclamos entre sí por cómo deben criar. En este caso es mejor separar las crianzas que poner a los hijos en medio de nuestras peleas, de esta forma dígale a su pareja en momentos tranquilos su idea de crianza y retírese en los momentos críticos, a menos que pase límites como los golpes, el maltrato, los tratos crueles y humillantes. Promueva el respeto con su respeto y acérquese a su hijo o hija después de esos momentos críticos para que lo acompañe y sea esa figura segura y protectora que necesita. Poco a poco y en momentos de calma, háblele a su pareja sobre la crianza positiva y amorosa, muéstrele videos de expertos y sea ejemplo del buen trato. Sin confrontaciones directas ni luchas de poder, va a lograr mucho más que si pone a su hijo o hija en medio del conflicto.

  • ¿Qué hago si mi hijo me pega o me muerde?

    Cuando los niños y niñas son muy pequeños pueden expresar su frustración con golpes, mordiscos o tirando cosas. Si esto es contra usted, abrácelo en el momento de frustración para que contenga los golpes y espere hasta que se calme. Una vez en calma debe enseñarle a manejar estos desbordes emocionales desde el principio y no dejar que aumenten. Explíquele que no debe pegarle a ninguna persona y que eso se llama respeto, que las manos son para dar y recibir amor, pero no para golpear. Si su hijo es altamente emocional y reactivo búsquele formas de canalizar esos desbordes emocionales, puede ser con la creación de un lugar de calma, agarrando un muñeco, usando una botella de la calma, brincando o lo que él o ella proponga, pero siempre espere que se calme para hablar o encontrar soluciones. No ofrezca premios o castigos en medio del desborde porque puede aumentar la frustración o crear ciclos de manipulación con la conducta retadora. En este caso, el trabajo es encontrar formas de manejar la frustración y luego acompañarlo para que encuentren soluciones. Actúe rápido y no deje que la emoción escale.

  • ¿Es normal que mi hijo se porte bien en el colegio y en la casa se porte mal?

    Los niños y las niñas, así como nosotros, tienen comportamientos diferentes en las distintas situaciones donde se encuentran. Hay ambientes más estructurados que invitan a ciertas conductas y ambientes más conflictivos o desordenados que invitan a otras. Es probable que su hija o hijo se sienta más libre en la casa y no siga los límites, mientras que en el colegio puede estar más ansioso y temeroso y seguir más fácilmente las reglas. O por el contrario puede suceder que su hijo o hija funcione mejor en ambientes con más orden y rutinas como el colegio, y su organización familiar no esté muy definida e invite a conductas retadoras. En cada caso hay que mirar por qué presenta distintos comportamientos y si esto es adecuado o no para su desarrollo. Siempre se sugiere tener una organización familiar básica con algunas normas, límites y rutinas preestablecidas y conocidas por todos, y con espacios y momentos de libertad y desorden donde los niños y niñas puedan desarrollarse libremente.

  • Me toca viajar y me angustia dejarlo con otra persona, ¿qué hago?

    Dejar a los hijos o hijas en manos de otras personas siempre será angustiante y genera muchos temores. Si le toca viajar debe elegir, en lo posible, a una persona de mucha confianza, que esté muy familiarizada con su hijo o hija y con instrucciones bien claras. Explíquele a su hijo o hija que tendrá que irse unos días, pero que va a regresar. Cuéntele lo que va a hacer y por qué lo hace, despídase en el momento que le toque salir y deje un calendario para que vaya tachando los días que faltan. NUNCA se vaya sin despedirse, ni le diga mentiras porque esto tiene un efecto en la confianza y en la sensación de seguridad, no importa que quede llorando y con un poco de dolor. Gracias a las comunicaciones de ahora podrá hacer algunas videollamadas durante el día y compartirle lo que está viviendo. Con una comunicación permanente, haciendo planes conjuntos y con verdades, el tiempo pasará y la relación y la confianza seguirá intacta. Si es un viaje con su pareja o amigas por unos días, no se sienta culpable, piense que una buena relación de pareja es el mejor regalo que pueden darle a su hijo o hija y que el autocuidado es parte de la recarga física y emocional que necesita la crianza positiva y amorosa.

  • ¿Por qué me dice que sólo quiero al mayor y a él o ella no lo quiero?

    Para ser sinceros, los padres y las madres tenemos diferentes sensaciones y relaciones con cada uno de nuestros hijos e hijas, lo que no quiere decir que haya más o menos amor. Simplemente con cada hijo o hija tenemos una relación particular con más o menos compatibilidad. El problema surge cuando hay un hijo o hija que llena más nuestras expectativas y lo ponemos de ejemplo para que el otro lo siga. Esta comparación no solo genera rivalidad, sino también frustración y desaliento. Debemos entender que cada uno de nuestros hijos es único y especial y ni siquiera debemos desear que sea igual al otro. En este mundo necesitamos muchas personas diferentes y nuestra labor es promover en cada hijo sus fortalezas y particularidades, y no una copia mal lograda del niño perfecto que tenemos en nuestras mentes. Cada hijo o hija merece momentos especiales con nosotros, merece ser reconocido y sentirse importante y especial por como es, y para esto hay que dejar de comparar y dejar de esperar que sean lo que no pueden ser.

  • ¿Qué pautas y límites debo poner en cada edad?

    Cada edad tiene su belleza y sus retos, y todas las familias y entornos deben tener límites, acuerdos y pautas de conducta para poder convivir en grupos. ¿Qué límites y pautas debo establecer en mi hogar? Todo comienza por preguntarse qué necesita mi hijo o hija para un buen desarrollo, y qué necesitamos todos para funcionar armoniosamente en familia. Uno de los valores familiares claves es el respeto por todos y cada uno de los miembros de la familia, respeto en el trato y en lo que necesita cada uno. Los adultos debemos respetar a los niños y niñas, respetar sus necesidades de movimiento, respetar sus tiempos de maduración, respetar su personalidad, etc. y los menores deben respetar a los adultos, respetarlos en el trato, en algunos espacios, etc. Esta convivencia de entrada pone límites tanto a grandes como a pequeños, límites como los horarios, las rutinas, las necesidades de cada miembro, etc. Para un buen desarrollo, los niños y las niñas necesitan tener unas rutinas claras y unos horarios definidos, rutinas de sueño, de aseo, de alimentación, etc. Y cuando se cumplen los límites por el bienestar de los niños y niñas, los adultos también pueden tener sus espacios y suplir sus necesidades laborales, de esparcimiento, de autocuidado, etc. A medida que los niños y las niñas crecen, van pidiendo cambios en los límites, horarios y rutinas, y los adultos debemos ir ampliando los límites y haciendo cambios útiles para todos. En los más pequeños son muy importantes las rutinas básicas, pues ayudan a estructurar el cerebro. También vamos poniendo límites a elementos como el uso de pantallas, horas de acostarse, hora de llegada a la casa en la adolescencia, etc., donde se suplan las necesidades de desarrollo y las necesidades de los adultos al mismo tiempo.

  •  ¿Cómo debo prepararla para la entrada al colegio?

    La entrada al colegio es un gran salto en la autonomía. Pasan de un lugar pequeño con mucho acompañamiento, a un lugar más grande con más niñas y niños y con menos supervisión y ayuda. Todos los cambios son más fáciles si los padres y cuidadores los afrontamos con emoción y no con temor, pues nuestras emociones serán percibidas y adoptadas por ellas y ellos como propias. Por esto es importante que elijamos para nuestras hijas e hijos lugares donde nosotros nos sintamos cómodos y tranquilos, y donde sabremos que van a estar bien. Una vez elijamos ese lugar debemos ir con nuestros hijos e hijas a conocerlo, explorarlo y generar expectativas positivas. Es casi una aventura compartida donde los acompañaremos a vivir muchas cosas con alegría y positivismo. Recuerda: tus emociones frente a los cambios serán transmitidas y adoptadas por tus hijas e hijos.

  • ¿Qué hago si me pide las cosas llorando?

    Las razones por las que los niños y niñas piden las cosas llorando pueden ser varias:

    • No saben cómo manejar sus emociones y los desborda la frustración.
    • No tienen un lenguaje estructurado para pedir las cosas de otra forma.
    • Les funciona.

    El llanto es nuestra forma más primitiva de manifestar la rabia, el dolor, la frustración, y a medida que vamos madurando, vamos encontrando formas más adecuadas para expresar el displacer. A los niños y niñas más pequeños debemos enseñarles que sentir cualquier emoción es válida, pero que la forma como la expresamos puede hacerse de una manera más adecuada para todos. Decirle, por ejemplo: “entiendo que te quieras comer eso ahora y ya casi vamos a almorzar, te propongo que te lo comas después de almuerzo”. Cuando descubre que entendemos sus emociones y deseos y les damos opciones, es mucho más fácil que encuentren la calma. También podemos invitarlos a calmarse antes de ceder a sus deseos: “Parece que tienes mucha rabia, voy a esperar un momento que te calmes y cuando puedas hablar vamos a buscar soluciones”. De esta forma vamos ayudándole a lograr manejar sus emociones y a encontrar la calma.

    También puede suceder que sientan que la forma más fácil de expresar lo que quieren es con el llanto y podemos pedirles que encuentren las palabras para expresarse de una manera más adecuada. Decirles: “Me gustaría ayudarte, pero no puedo entender qué quieres. Voy a esperar un momento que te calmes y me puedas decir con palabras lo que quieres hacer, que sea adecuado para todos”, y así, poco a poco, si encuentra un adulto que lo entiende y quiere ayudarlo, buscará cambiar el llanto por palabras.

    Otra cosa es cuando el llanto es la forma como el pequeño logra mejor llamar la atención del adulto, quien la mayoría de las veces se muestra negativo y poco colaborador. Por eso los adultos debemos enfocarnos más en las interacciones positivas que en las negativas, porque si el niño o niña siente que solo les ponen atención desde conductas inadecuadas, estas se repetirán más veces.

  • ¿Cómo criar a mis hijos sola?

    La crianza es muy demandante y criar hijos sola es doblemente retador. Sin embargo, muchas mujeres en el mundo se han encontrado con este reto y han logrado una crianza exitosa. En primer lugar, hay que enseñar a los hijos que son parte de la familia y que su madre o padre no están para satisfacer todos los deseos, ni son sus sirvientes (al igual que los hijos de padre y madre unidos). Tampoco debemos sentir culpa ni lástima porque falta uno de los padres y debemos hacer que nuestra familia funcione de manera colaborativa como un equipo. Por otro lado, no podemos olvidarnos de nosotras mismas, para lo cual sería bueno buscar ayuda de vez en cuando y tomarnos tiempo para cuidarnos y recargarnos. Recuerda que tu bienestar también es parte del bienestar de tu hijo o hija. Además, sería adecuado buscar espacios de socialización, buscar familiares, vecinos y otros grupos que puedan apoyarnos en nuestra labor de crianza y nos permitan ampliar el círculo del menor.

  • ¿Qué hago si no quiere comer?

    No podemos obligar a nadie a comer o a ingerir alimentos, y la única forma de hacerlo de manera positiva es a través de la motivación. La comida puede volverse un tema estresante cuando los padres vemos que nuestros hijos no quieren comer o comen muy pocos alimentos y la misma presión hace que coman menos o que la comida se convierta en una lucha de poderes.

    Para empezar, debemos dejar de pelear con nuestro hijo o hija por la comida y empezar a buscar nuevos acercamientos. Invitarlo a cocinar, presentar los alimentos de una manera divertida, poner siempre un alimento que le guste en el plato, servir porciones pequeñas varias veces al día, hacer picnics y convertir a la comida en parte de la relación y del disfrute familiar, en lugar de convertirla en un ring de boxeo. Poco a poco y sin tanta presión, el niño o niño irá descubriendo nuevos sabores y crecerá su interés. Nuestra relación con la comida es importante porque en muchos casos y generalmente cuando se tienen hijas mujeres, podemos transmitirles nuestro temor por volverse gordas e inconscientemente anhelar que no coman.

  • ¿Qué hago si no quiere hacer los deberes en la casa?

    Los quehaceres o deberes deben hacer parte de la vida familiar y se aprenden a partir del ejemplo y la participación. Cuando los niños o niñas son pequeños les gusta ayudarles a sus padres con los deberes de la casa, pero por su torpeza comenzamos a decirles que mejor no lo hagan, esto hace que poco a poco se vayan volviendo más cómodos y piensen que los quehaceres son cosas de adultos. Luego, cuando queremos que ayuden, comenzamos a criticarlos y lo volvemos una pelea familiar. Desde pequeños los niños y niñas deben colaborar en las labores del hogar y pedirles que recojan sus juguetes y su ropa de manera natural, aunque sea con nuestra ayuda. Hay que empezar a dar pequeñas responsabilidades para que poco a poco lleguemos a establecer un sistema de ayuda y de responsabilidades familiares.

  • ¿Qué hago si no quiere hacer las tareas?

    Las tareas tienen mucho que ver con la motivación escolar y cuando un niño o niña no disfrutan el colegio, mucho menos van a querer hacer las tareas. Primero hay que analizar por qué no quieren hacer las tareas. Hay que entender que las tareas conllevan un esfuerzo en los niños y las niñas y debemos ponerlas como parte de la rutina antes de ir a jugar o ver televisión, porque será muy difícil que cambien el juego por las tareas de una manera fácil. También puede pasar que los niños o niñas no comprendan bien y las tareas se vuelven muy abrumadoras. Hay que revisar si entienden y les queda fácil hacerlo, y por supuesto comenzar por una rutina diaria de tareas para que se vuelva un hábito.

  • ¿Qué hago para que me obedezca?

    Educar para la obediencia en un mundo lleno de influencias externas, con redes sociales, drogas, hipersexualidad, alcohol, etc., no es muy deseable actualmente. La crianza debe estar enfocada en crear un ambiente familiar colaborativo y tranquilo, más que en un sistema de amos y seguidores. Nuestras instrucciones deben tener razones y ser lógicas, deben ser entendidas y adecuadas para todos. Por esto, en lugar de pedir obediencia, comencemos por involucrar a nuestros hijos e hijas en las decisiones familiares, comencemos a preguntar y fomentemos la participación. De esta forma es mucho más probable que sigan las instrucciones al tiempo que desarrollan habilidades de pensamiento crítico, habilidades de comunicación y alta autoestima.

  • ¿Qué hago para que se duerma solo?

    Es importante comprender que el sueño es un aspecto del desarrollo en la vida de los seres humanos. Eso quiere decir que las características del sueño no son iguales en todas las edades o etapas en la vida. Si a tu hijo pequeño le cuesta dormir solo, puedes confiar que no será así para siempre. El cerebro infantil tiene como prioridad garantizar la supervivencia, por esa razón necesita sentir cercanía con sus cuidadores y algunos de sus despertares están relacionados con esta necesidad de contacto con el adulto para sentirse seguros. Poco a poco los niños van organizándose a medida que comprenden y relacionan que con la luz del día hay más actividad y con la noche viene el reposo y el descanso. En todo esto, el rol de los adultos acompañantes del proceso de desarrollo del niño es muy importante, porque son quienes garantizan que reciba lo que requiere para esa organización, seguridad y evolución en lo relacionado con el dormir y las rutinas de la mañana y la noche.

    Es muy común que los niños pequeños muestren resistencia a dormir solos porque se sienten desprotegidos. Lo primero es mantener la calma y no querer acelerar el proceso. Como en todos los aspectos del desarrollo, los niños necesitarán un acompañamiento respetuoso en el que se escuchen sus necesidades, se validen sus emociones y se implementen herramientas y estrategias para que desarrolle seguridad en el ambiente y la experiencia de sueño.

    Para que el niño sienta que dormir es una necesidad debemos tener muy en cuenta su nivel de actividad durante el día, la calidad de su alimentación, la organización y acompañamiento de una rutina de preparación para antes de dormir. Debido a que dormir es posible a partir de la tranquilidad, es valioso revisar que las características del espacio, temperatura, los objetos y sonidos de la habitación aporten a que el niño pueda relajarse. 

    Cuando los niños manifiestan miedo a la hora de dormir o se despiertan con miedo, la tranquilidad y seguridad que brinda el adulto acompañante es determinante para sostener emocionalmente, mostrarle el camino hacia la calma y retomar el sueño, siempre validando el sentir del niño y reafirmando la presencia, el acompañamiento y la protección.

  • ¿Cómo lo preparo para la llegada de un hermanito?

    Aunque pensemos que debemos preparar a los niños para la llegada del hermanito, la realidad es que somos nosotros los padres los primeros que debemos comprender y acompañar las necesidades que nacen en la familia ante esta realidad, las conductas que se puedan manifestar, las nuevas rutinas, las experiencias de conexión, la logística de cuidado durante el nacimiento y posterior a él, y por supuesto cómo será la experiencia de presentar a los hermanos.

    Tengamos en cuenta que los niños y niñas interpretan las situaciones de la vida de una forma totalmente diferente a la de los adultos, realidades que son normales para nosotros, para ellos pueden llegar a tener una carga emocional y cognitiva mucho más fuerte. Tener un hermanito o hermanita puede significar muchos cambios para experimentar, comprender y aceptar. Los psicólogos recomiendan compartir la noticia de la llegada del hermanito luego del primer trimestre de gestación cuando ya es más seguro que el embarazo llegue a término. Cuando le hacemos partícipes del proceso de crecimiento y desarrollo de su hermano o hermana aportamos a la construcción de un vínculo con el nuevo integrante de la familia.

    Aunque como adultos pensemos que ser “hermanos mayores” es un privilegio, un regalo u oportunidad, “los mayores” pueden interpretarlo como un atentado a su sentido de ser alguien importante para su familia, por lo tanto es común que se sientan en peligro, con miedo, celosos y esto puede alterar sus comportamientos. En esos momentos lo que más necesitan son tiempos y espacios de conexión y reconocimiento que les permitan reafirmar su vínculo seguro con sus padres o cuidadores principales. Darles tiempo exclusivo de calidad le volverá a decir que es amado y que no debe temer. Es muy valioso construir formas específicas para manifestar atención y reconocimiento en los momentos cotidianos y cuidar que los afanes del día, el embarazo o la presencia del nuevo bebé no sean un impedimento para hacerles sentir reconocidos e importantes.